Al final de la década del 80, en mi época de estudiante de arquitectura y diseño realicé un curso de dibujo urbano en el taller de arte de nuestra querida Gloria Montoya. Estando ahí también me estimuló el interés en incursionar en otras técnicas como carbonillas, grafitos, acrílicos, oleos y también algo de serigrafía y aerografía. Hasta que se abrió el curso de acuarelas (1989 – 1993) a cargo de otro gran artista y maestro mentor, el Arq. Federico Celecia. Mi experiencia y prácticas de otras técnicas fue creciendo en talleres de arte como el de Carlos Asiain, Ruben Ballesteros, Gerardo Tati Zapata, Cristina Vizcai, también conociendo y admirando las obras de nuestros acuarelistas locales y de la zona como Castellan, Migliavaca, Sierro, Genolet, Patterer, Arteaga, entre otros.
Mi identidad ya estaba definida como acuarelista.
La gráfica digital que requería mi profesión fue reemplazando a la acuarela y luego de varios años y fortalecido por la pandemia retomé con renovado entusiasmo la fantástica magia del agua y el pigmento en una hoja de papel.
Actualmente participo del taller de Gonzalo Cid junto a varios acuarelistas de distintos puntos del país y del taller de arte de Claudio Osan.
De nuestro río Paraná. 38 x 56 cm.
